Michael Robinson: un resplandor de voz eterna
- José Gil
- 28 abr 2020
- 2 Min. de lectura
Campeón de liga y de Copa de Europa con el Liverpool, leyenda del CA Osasuna, histórica imagen del PC Fútbol y una increíble carrera periodística en la que se aventuró tiempo después de verse obligado a dejar el fútbol. A partir de allí, muchos son los grandes momentos que Michael Robinson nos ha brindado a lo largo de su paso por los medios de comunicación. Preparado para lo mejor y lo peor, pero siempre a través de una mezcla de alegría y simpleza con la que llegaba a lo más profundo de nuestros corazones.
Por casualidades de la vida y de una maldita enfermedad que a tanta gente se ha llevado, Anfield fue su retirada particular. Indeseada e inesperada, por supuesto. Su casa, donde presenció el pase a cuartos de Champions del Atlético de Madrid a costa de uno de los Liverpool más arrolladores de la época moderna. ¿Quién diría que nos íbamos a despedir del fútbol y también de sus comentarios? Aquellos que transmitían la sabiduría y el humor de un deporte por el que tanto se sacrificó desde su primer duelo como jugador.
Y lo hizo siempre en castellano a pesar de sus dificultades con el idioma, con palabras precisas pero también inexactas que a absolutamente nadie le importaban. Su presencia, su sonrisa eterna y su carisma bastaban para mantenerte enganchado al Plus, ElPartidazo, la Cadena SER, El Día Después o Informe Robinson. Resultaba fácil darse cuenta de que Michael transmitía distinción y originalidad. Una persona que anhelaba pasar desapercibido por el bien del espectáculo y de las vivezas a las que dio luz en cada uno de sus reportajes. Así lo quiso, pero su aura repleta de cercanía y empatía nunca se lo permitió.

Esa fue su suerte, pero sobre todo, la nuestra. La suerte de varias generaciones que hemos vivido junto a él la pasión por el deporte y por una profesión que tanto ha dignificado más allá de gustos y colores. Para bien de muchos y para mal de unos pocos, forma y formará parte de nuestras vidas. La tristeza de muchos de nosotros únicamente refleja la huella imborrable que deja aquel continuo aprendiz del castellano con acento inglés. Su lucha ha sido la de muchos, en la que nunca ha caminado solo. Y junto a ella consagró su labor comunicativa como un diamante perfectamente pulido, tal y como mandan los cánones lapidarios.
Propio de él, la radio no somos los periodistas. La radio son las historias y la gente que las protagoniza. Por ello estamos ante uno de esos protagonistas que la historia del periodismo deportivo nos ha brindado a todos. Siempre a su manera, con un estilo peculiar de transmitir el fútbol que a tanta gente cautivó de principio a fin. Te has ido, Michael. Pero qué forma de quedarte, pues nos dejas una voz eterna digna del máximo recuerdo.
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